¿Qué es el noviazgo? ¿Por qué es importante? ¿Y el matrimonio? ¿Cómo comprender mejor su sentido?
Por Bonifacio Fernández
El sentimiento de felicidad y satisfacción personal está muy vinculado al equilibrio afectivo, y éste, a su vez, está en conexión con la vida familiar y de pareja. La familia aporta las principales «razones» para vivir, luchar, trabajar. Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrar en el círculo de nuestros conocidos a personas separadas. El casamiento ante el juez empieza a ser un elemento de nuestro paisaje social. La cohabitación va siendo tolerada por los padres. Y en los planteamientos pastorales no se hace ascos al sacramento del matrimonio por etapas. En los colegios se hace notar el creciente número de niños que viven en familias atípicas.
Existen algunos datos sociológicos que resultan provocativos. La encuesta sobre la Sociedad de los 90 señala que, en la jerarquía de valores de los españoles, la familia ocupa el primer lugar. Es el elemento más importante para el 98% de los españoles. Siguen en importancia el trabajo, los amigos y conocidos, el tiempo libre. El dinamismo de la sociedad se concentra actualmente en el mundo de lo privado, en el mundo familiar. «Desde 1981 se observa en los jóvenes la tendencia a aceptar cada vez menos la proposición de que «el matrimonio está pasado de moda». En 1991, sólo dos de cada diez jóvenes la suscribe» 1. El matrimonio no es una institución tan pasada de moda como algunos pronosticaban. Los sentimientos favorables al matrimonio han ido en aumento. Mientras en el año 1981 eran el 23% de los españoles los que opinaban que es una institución pasada de moda, en el año 1990 son sólo el 13% los que se manifiestan de esa manera.
Por otra parte, el 62% de los jóvenes en el año 1991 están de acuerdo con la opinión de que es mejor emparejarse que casarse legalmente. Y un 32% de los mismos jóvenes está de acuerdo en que una pareja estable «sin papeles» resuelve mejor sus conflictos»2. Otro dato significativo es que el número de las disoluciones matrimoniales ha ido creciendo, tanto en valores absolutos como en relación a los matrimonios existentes. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, «en el quinquenio 1961/65 se disolvía un matrimonio por cada 100 constituidos, mientras que en el quinquenio 1986/1990 la proporción se elevó a un matrimonio disuelto de cada ocho». ¿Qué significan estos datos? ¿Quitan atractivo al matrimonio y a la familia? ¿Qué quieren decir acerca de la fragilidad y fortaleza del matrimonio? Si es tan atractivo el matrimonio y la pareja, si contribuye en tal alto grado a la felicidad personal, ¿cómo es que resulta tan frágil? ¿De dónde le viene su vulnerabilidad? ¿Se ponen tan desmedidas esperanzas en la vida conyugal y familiar que inevitablemente terminan en decepción?
El sentimiento de felicidad y satisfacción personal está muy vinculado al equilibrio afectivo, y éste, a su vez, está en conexión con la vida familiar y de pareja. La familia aporta las principales «razones» para vivir, luchar, trabajar. Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrar en el círculo de nuestros conocidos a personas separadas. El casamiento ante el juez empieza a ser un elemento de nuestro paisaje social. La cohabitación va siendo tolerada por los padres. Y en los planteamientos pastorales no se hace ascos al sacramento del matrimonio por etapas. En los colegios se hace notar el creciente número de niños que viven en familias atípicas.
Existen algunos datos sociológicos que resultan provocativos. La encuesta sobre la Sociedad de los 90 señala que, en la jerarquía de valores de los españoles, la familia ocupa el primer lugar. Es el elemento más importante para el 98% de los españoles. Siguen en importancia el trabajo, los amigos y conocidos, el tiempo libre. El dinamismo de la sociedad se concentra actualmente en el mundo de lo privado, en el mundo familiar. «Desde 1981 se observa en los jóvenes la tendencia a aceptar cada vez menos la proposición de que «el matrimonio está pasado de moda». En 1991, sólo dos de cada diez jóvenes la suscribe» 1. El matrimonio no es una institución tan pasada de moda como algunos pronosticaban. Los sentimientos favorables al matrimonio han ido en aumento. Mientras en el año 1981 eran el 23% de los españoles los que opinaban que es una institución pasada de moda, en el año 1990 son sólo el 13% los que se manifiestan de esa manera.
Por otra parte, el 62% de los jóvenes en el año 1991 están de acuerdo con la opinión de que es mejor emparejarse que casarse legalmente. Y un 32% de los mismos jóvenes está de acuerdo en que una pareja estable «sin papeles» resuelve mejor sus conflictos»2. Otro dato significativo es que el número de las disoluciones matrimoniales ha ido creciendo, tanto en valores absolutos como en relación a los matrimonios existentes. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, «en el quinquenio 1961/65 se disolvía un matrimonio por cada 100 constituidos, mientras que en el quinquenio 1986/1990 la proporción se elevó a un matrimonio disuelto de cada ocho». ¿Qué significan estos datos? ¿Quitan atractivo al matrimonio y a la familia? ¿Qué quieren decir acerca de la fragilidad y fortaleza del matrimonio? Si es tan atractivo el matrimonio y la pareja, si contribuye en tal alto grado a la felicidad personal, ¿cómo es que resulta tan frágil? ¿De dónde le viene su vulnerabilidad? ¿Se ponen tan desmedidas esperanzas en la vida conyugal y familiar que inevitablemente terminan en decepción?
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