Y la historia se repite...

Luego de casi ya tres décadas, de lecciones aprendidas, de lágrimas y sonrisas, de intentarlo otra vez cada cierto tiempo, de querer ir despacio y hacer las cosas bien… la historia se repite.

Sacando cuentas, habían pasado doce meses desde la última lágrima. Ahora, ya estaba pensando seriamente en que era el momento de comenzar de nuevo, revivir de las cenizas y darle la oportunidad al corazón de sentir nuevamente ese bálsamo refrescante. Sin saberlo, con quien deseaba compartir era aquel que había estado al lado desde siempre, pero que nunca nadie le dio importancia.

Nunca se supo a quién quería el. Si a la amiga, si a la de la voz dulce o a la amiga de la amiga. El asunto es que todos creían en algo inexistente. Todo era obvio pero nada existía. Y el corazón sediento, no quería querer ni tampoco dejar de querer, no quería creer ni dejar de creer.

Pasaban los días y de la mente no salía su imagen. Las bromas de novios de mentiritas iban de acá para allá, los celos fingidos, las salidas inventadas eran tan solo para disimular. Sin embargo,fue lo que les dio permiso para seguir adelante.

Pero es que nunca dejaba de pensar en él, si provocaba toneladas de ternura; cierta atmósfera existía que inducía a abrazarlo, a besarlo y hasta un poco más. Pero el comentario de la sociedad frenaba los deseos: que pensarán, que dirán... Existen diferencias: la voz, la religión, el tamaño, los ideales; los prototipos, los comentarios hechos, las dudas, el nombre del otro, la presencia de la otra… aún así el imán de sangre hacía su trabajo.

Fue aquél día del espectáculo en que el corazón no pudo más y tuvo que aceptar que muy dentro había crecido una semillita y ya tenía raíces. Quería decírselo, quería gritarlo a todos los vientos, sentía que ya no cabía en el pecho la necesidad... Ya no era importante el qué dirán, importaba un carajo la sociedad y sus modelos de medidas perfectas. Esa noche, la decisión de lanzarse al vacío era lo importante, dejar el orgullo correr con la lluvia, quitar la coraza del músculo que late y dejarlo palpitar por él.

Sólo días pasaron y justamente cuando ya había perdido el miedo, cuando tenía seguro el sentimiento, cuando la ilusión se asomaba tímidamente, cuando la llamita ya estaba encendida y la mirada había recobrado el brillo, aquella semillita débil pero con raíces ya convertida en flor, se marchitó sin razón válida alguna.

Tanto pasó en tan pocos días, confusiones, malos entendidos, millones de mensajes diarios, besos, sonrisas, celos disimulados, antibióticos, dietas, un día del padre, jarabes, pocas visitas, ¿compromiso?, miedo, miedo y más miedos. Muro, inseguridad, freno, dolor intenso, intimidad, secretos, prioridades... Resultó como en una subasta: ¿quien da más? pero... ¿quién paga?

Esa tarde, -entre capuccino, sudor, helado del puerto y la lucha entre el orgullo y el nudo en mi garganta- expuso sus argumentos en voz muy alta... Los mismos que había escuchado por años una y otra vez, los que había escrito en la novela de la vida...

"Si de relaciones espontáneas, esporádicas, extrañas, efímeras y sin sentido podré hablarte yo que las llevo muy marcadas en la piel!"

Al final, intentando sonreír, propuso firmar un contrato…

- ¿Para seguir adelante y dejar que el corazón decida?
- No, para volver atrás y pretender que no ha pasado nada.

Fue como escuchar una grabación y repetir el mismo video en la memoria, sintiendo al mismo tiempo el agua fría de la lluvia que caía en ese momento.

“…y todo fue como un instante, ni tiempo tuve de decirte
que parecía que esto ya lo había vivido…”
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